lunes, 15 de diciembre de 2014

LenguayLiteraturaDe4toGrado

Los heraldos negros

Los heraldos negros
de César Vallejo
Los heraldos negros.jpg
Portada de la edición príncipe.
GéneroPoesía
IdiomaCastellano
EditorialTalleres de la Penitenciaría de Lima
CiudadLima
PaísFlag of Peru.svg Perú
FormatoImpreso
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Los heraldos negros es el título de un libro de poemas escrito por el poeta peruano César Vallejo entre1915 y 1918, y publicado por primera vez en julio de 1919 (aunque con fecha de 1918). Fue el primer libro publicado por Vallejo y en él evidencia su evolución desde un modernismo decadentista, hasta la creación de una poética sumamente personal. Los heraldos negros es también el título del poema liminar o que sirve de introducción al libro.

Contexto literario[editar]

A principios del siglo XX las letras hispanoamericanas se hallaban todavía bajo el influjo del modernismocuyos máximos representantes eran Rubén Darío (su figura cumbre), José Santos ChocanoLeopoldo Lugones, entre otros, todos ellos naturalmente conocidos y releídos por Vallejo. En aquellos años de la gestación de Los heraldos negros (1915-1918), Vallejo formaba parte de un grupo literario y amical enTrujillo que se llamó "La bohemia trujillana" (luego Grupo Norte) y compartió amistad con José Eulogio Garrido y Antenor Orrego, ambos muy informados de la actualidad literaria. Fue gracias a estas relaciones que Vallejo pudo conocer la poesía de Julio Herrera y Reissig, el modernista uruguayo quien fue otra de sus grandes influencias, así como la de otros autores hispanoamericanos y europeos. A fines de 1917 se trasladó a Lima donde se vinculó con escritores e intelectuales como Abraham Valdelomar y su grupo Colónida (posmodernista); conoció también al gran literato Manuel González Prada (ya en vísperas de expirar), y al gran poeta simbolista José María Eguren, todavía marginal. Este marco literario signó al Vallejo de aquellos años, “pero él traía algo propio y peculiar: su lenguaje castizo, arcaizante y ternuroso, propio de las gentes de su provincia, Santiago de Chuco; una gran seguridad en su arte; el íntimo convencimiento de que la literatura en general, y la poesía en particular, son formas de tradición, pero al mismo tiempo de ruptura porque todo buen lector busca la continuidad, pero también la variación.”(Marco Martos).

Publicación[editar]

César Vallejo en 1929.
Los heraldos negros fue impreso en los talleres de la Penitenciaría de Lima. La obra debió aparecer en 1918 tal como está fechada en su portada, pero la demora se debió a que Vallejo esperó vanamente el prólogo que le había prometido escribir su amigo Abraham Valdelomar, quien por alguna razón no pudo cumplir. La obra circuló recién en julio de 1919, en corto tiraje.
En algún momento se dijo que el poemario fue recibido con indiferencia o desdén por la elite intelectual peruana, en especial por la limeña. Lo cual es falso, tal como lo demostró Alcides Spelucín al exhumar los elogios que entonces recibió de parte de Manuel González PradaJosé María Eguren, Abraham Valdelomar, Juan Parra del RiegoAntenor Orrego, Luis Góngora y Ezequiel Balarezo Pinillos. En general los críticos resaltaron su tono renovador pues aunque todavía se hallaba bajo el influjo modernista, ya poseía una nueva sensibilidad y una poderosa originalidad que anunciaban a un gran poeta.
Hay que señalar que son pocos los poemas de este libro que datan de 1915 y 1916; la mayoría fueron escritos en el período de 1917-1918. Algunos de ellos aparecieron previamente en periódicos y revistas de Trujillo y Lima, por ejemplo, el notable poema “Ausente”, que apareció en la revista Mundo Limeño, a mediados de 1917.

Estructura[editar]

El libro está compuesto por 69 poemas, incluido el primero, titulado "Los heraldos negros", que le sirve de pórtico. El volumen se divide en seis secciones:
  • Plafones ágiles (11 poemas)
  • Buzos (4 poemas)
  • De la tierra (10 poemas)
  • Nostalgias imperiales (13 poemas)
  • Truenos (25 poemas)
  • Canciones de hogar (5 poemas)

El poema liminar[editar]

El poema liminar o introductorio, que da el nombre al poemario, anuncia los temas y el tono del conjunto. Fue escrito en 1917, cuando Vallejo tenía 25 años. Consta de cuatro cuartetos en donde predominan los versos alejandrinos. Es sin duda la composición más famosa y recitada del poeta.
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma. ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son. Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Estos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre. Pobre. ¡Pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes. ¡Yo no sé!

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Poesias De Domingo Moreno Jimenez

Domingo Moreno Jimenes
Domingo Moreno Jimenes
Poeta y educador, creador del Postumismo.
Domingo Moreno Jimenes nació en la ciudad de Santiago de los Caballeros el 7 de enero de 1894, fruto del matrimonio formado por Domingo Moreno Arriaga y María Josefa Jimenes, hija de Juan Isidro Jimenes, quien fuera Presidente de la República Dominicana en 1899 y 1914.
Cursó su educación básica en la escuela primaria San Luis Gonzaga y se graduó de Maestro Normal de Segunda Enseñaza en la Escuela de Bachilleres de Santo Domingo dirigida por Federico Henríquez y Carvajal.
Se inició muy joven en el magisterio llegando a ser director de la Escuela Primaria Graduada de Sabaneta (Santiago Rodríguez) en dos ocasiones (1918 y 1926) y profesor de la Escuela Normal de San Pedro de Macorís. También dirigió el Instituto de Poesía Osvaldo Bazil (1950-1970), fundado a instancia suya en San Cristóbal por el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Es uno de los puntales de la poesía contemporánea. Su obra presenta a un poeta intuitivo, con graves preocupaciones sobre la existencia del hombre. Sus inicios revelan un énfasis marcadamente modernista, aunque siempre ajeno al deslumbramiento verbal.
Sus primeros versos fueron divulgados en las revistas Páginas, Renacimiento y Letras. En 1921 junto a Rafael Augusto Zorrilla, Andrés Avelino, Vigil Díaz y Francisco Ulises Domínguez, anunció en la revista La Cuna de América, el nacimiento del Postumismo, movimiento poético que patentizó, mediante el uso de elementos genuinamente nacionales, el versolibrismo iniciado por Vigil Díaz en la segunda década del siglo XX.
Moreno Jimenes mantuvo hasta los últimos días de su vida un espíritu de combate que lo hizo estar presente en todos los acontecimientos literarios de significación, entre ellos Los Nuevos y La poesía sorprendida.
Dirigió El día estético, revista "indo-universal de vanguardia", como también rezaba en la portada. Algunas de sus ediciones se hicieron en San Pedro de Macorís y en Santiago.
Fue condecorado en 1967 por su labor poética que abarcó más de medio siglo.
Falleció en Santo Domingo el 23 de septiembre de 1986.
Obras
Promesa (1916), Vuelos y duelos (1916), Psalmos (1921), Del anodismo al Postumismo (1924), Mi vieja se muere (1925), El diario de la aldea (1925), Canto a la ceiba de Colón (1925) Decrecer (1927), Elixiris (1929), Los surcos opuestos (1931), Sésamo (1931), Días sin lumbre (1931), Movimiento postumista interplanetario (1932), Palabras sin tiempo (1932), Moderno apocalipsis (1934), El poema de la hija reintegrada (1934), El caminante sin camino (1935), América-mundo (1935), Embiste de raza (1936),Nueva cosmogonía americana (1936), Sentir es (la) norma (1939), Fogata sobre el signo (1940), Indice de una vida: Del mar viene todo (1941), Advenimiento (1941), La religión de América (1941), Canto al Atlántico (1941), Poemario de la cumbre y el mar (1942), Evangelio americano (1942), Cuatro (que se yo) estambres (1942), Antología mínima (1943), Exalté el ideal y sufrí ante la vida (1944), Los milenios del tercer mundo (1945), Palabras en el agua (1945), Emociona-damente (1945), Tres pasos en la sombra (1946), Siete vías poéticas (1947), Burbujas en el vaso de una vida breve (1948), Antología poética (1949), Santa Berta y otros poemas (1959), Del gemido de la fragua: obra poética (1975).

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Poemas y Poesias De Salome UreñaPoemas de:
Salomé Ureña de Henríquez
WEBMASTER: Justo S. Alarcón


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ÍNDICEVUELTA A LA PÁGINA PRINCIPAL
RUINASEL AVE Y EL NIDO
LA LLEGADA DEL INVIERNOEL CANTAR DE MIS CANTARES
SUEÑOSLUZ
SOMBRASMELANCOLÍA
¡PADRE MÍO!A MI MADRE
QUEJASAMOR Y ANHELO
TRISTEZASANGUSTIAS
EN EL NACIMIENTO DE MI PRIMOGÉNITOLAS HORAS DE ANGUSTIA
IMPRESIONESCARIDAD


RUINAS
Memorias venerandas de otros días,
soberbios monumentos,
del pasado esplendor reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos.

Al veros ¡ay! con rapidez que pasma
por la angustiada mente
que sueña con la gloria y se entusiasma
la bella historia de otra edad luciente.

¡Oh, Quisqueya! Las ciencias agrupadas
te alzaron en sus hombros
del mundo a las atónitas miradas;
y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas
la brisa que solloza en tus escombros.

Ayer, cuando las artes florecientes
su imperio aquí fijaron
y creaciones tuviste eminentes,
fuiste pasmo y asombro de las gentes,
y la Atenas moderna te llamaron.

Águila audaz que rápida tendiste
tus alas al vacío
y por sobre las nubes te meciste:
¿por qué te miro desolada y triste?
¿dó está de tu grandeza el poderío?

Vinieron años de amarguras tantas,
de tanta servidumbre;
que hoy esa historia al recordar te espantas,
porque inerme, de un dueño ante las plantas,
humillada te vio la muchedumbre.

Y las artes entonces, inactivas,
murieron en tu suelo,
se abatieron tus cúpulas altivas,
y las ciencias tendieron, fugitivas,
a otras regiones, con dolor, su vuelo.

¡Oh, mi Antilla infeliz que el alma adora!
Doquiera que la vista
ávida gira en tu entusiasmo ahora,
una ruina denuncia acusadora
las muertas glorias de tu genio artista.

¡Patria desventurada! ¿Qué anatema
cayó sobre tu frente?
Levanta ya de tu indolencia extrema:
la hora sonó de redención suprema
y ¡ay, si desmayas en la lid presente!

Pero vano temor: ya decidida
hacia el futuro avanzas;
ya del sueño despiertas a la vista,
y a la gloria te vas engrandecida
en alas de risueñas esperanzas.

Lucha, insiste, tus títulos reclama:
que el fuego de tu zona
preste a tu genio su potente llama,
y entre el aplauso que te dé la fama
vuelve a ceñirte la triunfal corona.

Que mientras sueño para ti una palma,
y al porvenir caminas,
no más se oprimirá de angustia el alma
cuando contemple en la callada calma
la majestad solemne de tus ruinas.
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EL AVE Y EL NIDO
¿Por qué te asustas, ave sencilla?
¿Por qué tus ojos fijas en mí?
Yo no pretendo, pobre avecilla,
llevar tu nido lejos de aquí.

Aquí, en el hueco de piedra dura,
tranquila y sola te vi al pasar,
y traigo flores de la llanura
para que adornes tu libre hogar.

Pero me miras y te estremeces,
y el ala bates con inquietud,
y te adelantas, resuelta, a veces,
con amorosa solicitud.

Porque no sabes hasta qué grado
yo la inocencia sé respetar,
que es, para el alma tierna, sagrado
de tus amores el libre hogar.

¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido
mientras del prado me alejo yo;
en él mi mano lecho mullido
de hojas y flores te preparó.

Mas si tu tierna prole futura
en duro lecho miro al pasar,
con flores y hojas de la llanura
deja que adorne tu libre hogar.
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LA LLEGADA DEL INVIERNO
Llega en buen hora, mas no presumas
ser de estos valles regio señor
que en el espacio mueren tus brumas
cuando del seno de las espumas
emerge el astro de esta región.

En otros climas, a tus rigores
pierden los campos gala y matiz,
paran las aguas con sus rumores,
no hay luz ni brisas, mueren las flores,
huyen las aves a otro confín.

En mi adorada gentil Quisqueya,
cuando el otoño pasando va,
la vista en vano busca tu huella:
que en esta zona feliz descuella
perenne encanto primaveral.

Que en sus contornos el verde llano,
que en su eminencia la cumbre azul,
la gala ostentan que al suelo indiano
con rica pompa viste el verano
y un sol de fuego baña de luz.

Y en esos campos donde atesora
naturaleza tanto primor,
bajo esa lumbre que el cielo dora,
tiende el arroyo su onda sonora
y alzan las aves tierna canción.

Nunca abandonan las golondrinas
por otras playas mi hogar feliz:
que en anchas grutas al mar vecinas
su nido arrullan, de algas marinas,
rumor de espumas y auras de abril.

Aquí no hay noches aterradoras
que horror al pobre ni angustia den,
ni el fuego ansiando pasa las horas
de las estufas restauradoras
que otras regiones han menester.

Pasa ligero, llega a otros climas
donde tus brumas tiendas audaz,
donde tus huellas de muerte imprimas,
que aunque amenaces mis altas cimas
y aunque pretendas tu cetro alzar,

siempre mis aguas tendrán rumores,
blancas espumas mi mar azul,
mis tiernas aves cantos de amores,
gala mis campos, vida mis flores,
mi ambiente aromas, mi esfera luz.
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EL CANTAR DE MIS CANTARES
Cuando los vientos murmuradores
llevan los ecos de mi laúd
con los acentos de mis amores
resuena un nombre, que de rumores
pasa llenando la esfera azul.

Que en ese nombre que tanto adoro
y al labio acude con dulce afán,
de aves y brisas amante coro,
rumor de espumas, eco sonoro
de ondas y palmas y bosques hay.

Y para el alma que en ese ambiente
vive y respira sin inquietud,
y las delicias del cielo siente,
guarda ese nombre puro y ferviente
todo un poema de amor y luz.

Quisqueya ¡oh, Patria! ¿Quién, si en tu suelo
le dio la suerte nacer feliz,
quién, si te adora con fiel desvelo,
cuando te nombra no oye en su anhelo
músicas gratas reproducir?

Bella y hermosa cual la esperanza,
lozana y joven, así eres tú;
a copiar nunca la mente alcanza
tus perfecciones, tu semejanza,
de sus delirios en la inquietud.

Tus bellos campos que el sol inunda,
tus altas cumbres de enhiesta sien,
de tus torrentes la voz profunda,
la palpitante savia fecunda
con que la vida bulle en tu ser,

todo seduce, todo arrebata,
todo, en conjunto fascinador,
en armoniosa corriente grata,
hace en tu suelo la dicha innata
y abre horizontes a la ilusión.

Y ¡ay, si oprimirte con mano ruda
quiere en su saña la iniquidad!
Tu espada pronto brilla desnuda,
te alzas potente, y en la lid cruda
segando lauros triunfante vas.

Naturaleza te dio al crearte
belleza, genio, fuerza y valor;
y es mi delirio con fe cantarte
y entre lo grande siempre buscarte
con el empeño del corazón.

Por eso el alma te buscó un día
con ansia ardiente, con vivo afán,
entre las luchas y la porfía
y entre los triunfos de gallardía
con que el progreso gigante va.

Mas ¡ay! en vano pregunté ansiosa
si entre el tumulto cruzabas tú:
llevó la brisa mi voz quejosa;
silencio mudo, sombra enojosa
miré en tu puesto solo y sin luz.

Tú, la preciada, la libre Antilla,
la más hermosa perla del mar,
la que de gloria radiante brilla
¿huyes la senda que ufana trilla
con planta firme la humanidad?

A tu corona rica y luciente
falta la joya de más valor;
búscala presto, que ya presiente
para ti el alma, con gozo ardiente,
grandes victorias de bendición.

¡Patria bendita! ¡Numen sagrado!
¡Raudal perenne de amor y luz!
Tu dulce nombre siempre adorado,
que el pecho lleva con fe grabado,
vibra en los sones de mi laúd.

Y pues que mueve nombre tan puro
de mis cantares la inspiración,
y ansiando vivo tu bien seguro,
la sien levanta, mira al futuro,
y oye mis cantos, oye mi voz!
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SUEÑOS
En horas gratas, cuando serena
reposa el alma libre de afán,
y el aura amena
pasa, de agrestes rumores llena,
y es todo calma, todo solaz;

cuando la Patria suspende el ruido
de las contiendas aterrador,
y confundido
quedar parece bajo el olvido
cuanto es angustias al corazón,

castas visiones vienen ligeras,
y en bullicioso giro fugaz,
cual mensajeras
de paz y dicha, nuevas esferas
al pensamiento mostrando van;

nuevas esferas donde la mente
vislumbra absorta mares de luz,
donde se siente
que extraños sones lleva el ambiente
sobre las nubes del cielo azul.

Enajenada la fantasía,
de esas visiones corriendo en pos,
mira a porfía
pueblos y pueblos buscar la vía
de esas regiones de eterno albor.

Rasga el destino su denso velo,
y a sus fulgores el porvenir
muestra a mi anhelo
como a esa altura, con libre vuelo,
Quisqueya asciende grande y feliz.

Sueños de gloria que halagadores
el ama sigue llena de fe;
bien que traidores
huyen a voces, y sus fulgores
envuelven sombras de lobreguez.

¡Ay! Es que entonces, Patria bendita,
cubre tus campos ruido fatal,
que a la infinita
región se eleva, y el alma agita
con emociones de hondo pesar.

Mas cuando calla la voz terrible
cuando sereno luce el confín,
y bonancible
pasa la brisa, con apacible
giro de blandos rumores mil,

cándidas vuelven esas visiones
arrobadoras en multitud
y esas regiones
a poblar vuelven extraños sones
y claridades de viva luz.

A esas esferas del pensamiento
quiero llevarte, Patria gentil;
si oyes mi acento,
si verte quieres en alto asiento,
dominadora del porvenir;

¡ah, quede siempre suspenso el ruido
de las contiendas aterrador;
que enternecido
desde su trono de luz ceñido
sueños de gloria te ofrece Dios!
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LUZ
¿Adónde el alma incierta
pretende el vuelo remontar ahora?
¿Qué rumor de otra vida la despierta?
¿Qué luz deslumbradora
inunda los espacios y reviste
de lujoso esplendor cuanto era triste?

¿La inquieta fantasía
finge otra vez en la tiniebla oscura
los destellos vivísimos del día,
lanzándose insegura,
enajenada en su delirio vago,
de un bien engañador tras el halago?

¡Ah, no! Que ya desciende
sobre Quisqueya, a iluminar las almas,
rayo de amor que el entusiasmo enciende,
y de las tristes calmas
el espíritu en ocio, ya contento,
surge a la actividad del pensamiento.

Y surge a la existencia,
al trabajo, a la paz, la Patria mía,
a la egregia conquista de la ciencia
que en inmortal porfía
los pueblos y los pueblos arrebata
y del error las nieblas desbarata.

Ayer, meditabunda,
lloré sobre tus ruinas ¡oh, Quisqueya!
toda una historia en esplendor fecunda,
al remover la huella
del arte, de la ciencia, de la gloria
allí esculpida en perennal memoria.

Y el ánimo intranquilo
llorando pregunto si nunca al suelo
donde tuvo el saber preclaro asilo
a detener su vuelo
el genio de la luz en fausto día
con promesas de triunfos volvería.

Y de esperanzas llena
temerosa aguarde, y al viento ahora,
cuando amanece fúlgida, serena,
del bienestar la aurora,
lanzo del pecho, que enajena el gozo,
las notas de mi afán y mi alborozo.

Sí, que ensancharse veo
las aulas, del saber propagadoras,
y de fama despiértase el deseo,
brindando protectoras
las ciencias sus tesoros al talento,
que inflamado en ardor corre sediento.

Ya de la patria esfera
los horizontes dilatarse miro:
el futuro sonriendo nos espera,
que en entusiasta giro,
ceñida de laurel, a la eminencia
se levanta feliz la inteligencia.

Es esa la futura
prenda de paz, de amor y de grandeza,
la que el bien de los pueblos asegura.
la base de firmeza
donde al mundo, con timbres y blasones,
se elevan prepotentes las naciones.

¡Cuántas victorias altas
el destino te guarda, Patria mía,
si con firme valor la cumbre asaltas
Escúchame y porfía;
escucha una vez más, oye ferviente
la palabra de amor que nunca miente:

yo soy la voz que canta
del polvo removiendo tus memorias,
el himno que a tus triunfos se adelanta,
el eco de tus glorias...
No desmayes, no cejes, sigue, avanza:
¡tuya del porvenir es la esperanza!
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SOMBRAS
Alzad del polvo inerte,
del polvo arrebatad el arpa mía,
melancólicos genios de mi suerte.
Buscad una armonía
triste como el afán que me tortura,
que me cercan doquier sombras de muerte
y rebosa en mi pecho la amargura.

Venid, que el alma siente
morir la fe que al porvenir aguarda;
venid, que se acobarda
fatigado el espíritu doliente
mirando alzar con ímpetu sañudo
su torva faz al desencanto rudo,
y al entusiasmo ardiente
plegar las alas y abatir la frente.

¿No veis? Allá a lo lejos
nube de tempestad siniestra avanza
que oscurece a su paso los reflejos
del espléndido sol de la esperanza.

Mirad cuál fugitivas
las ilusiones van, del alma orgullo;
no como ayer, altivas,
hasta el éter azul tienden el vuelo,
ni a recibirlas, con piadoso arrullo,
sus pórticos de luz entreabre el cielo.

¿Cuál será su destino?
Proscritas, desoladas, sin encanto,
en el vértigo van del torbellino,
y al divisarlas, con pavor y espanto
sobre mi pecho la cabeza inclino.

Se estremece el alcázar opulento
de bien, de gloria, de grandeza suma,
que fabrica tenaz el pensamiento;
¡bajo el peso se rinde que le abruma!

Conmuévese entre asombros,
de la suerte a los ímpetus terribles,
y se apresta a llorar en sus escombros
el ángel de los sueños imposibles.

Venid, genios, venid, y al blando halago
de vuestros himnos de inmortal tristeza,
para olvidar el porvenir aciago
se aduerma fatigada mi cabeza.

Del arpa abandonada
al viento dad la gemebunda nota,
mientras que ruge la tormenta airada,
y el infortunio azota
la ilusión por el bien acariciada,
y huye la luz de inspiración fecunda,
y la noche del alma me circunda.

Mas ¡ah! venid en tanto
y adormeced el pensamiento mío
al sonoro compás de vuestro canto.
¡Meced con vuestro arrullo el alma sola!
Dejad que pase el huracán bravío,
y que pasen del negro desencanto
las horas en empuje turbulento,
como pasa la ola,
como pasa la ráfaga del viento.

Dejad que pase, y luego
a la vida volvedme, a la esperanza,
al entusiasmo en fuego:
que es grato, tras la ruda
borrasca de la duda,
despertar a la fe y a la confianza,
y tras la noche de dolor, sombría,
cantar la luz y saludar el día.
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MELANCOLÍA
Hay un ser apacible y misterioso
que en mis horas de lánguido reposo
me viene a visitar;.
yo le cuento mis penas interiores,
porque siempre, calmando mis dolores,
mitiga mi penar.

Como el ángel del bien y la constancia,
en los últimos sueños de la infancia
aparecer le vi;
contemplóme un instante con ternura,
y "Oye -dijo-: las horas de ventura
pasaron para ti.

"Yo vengo a despertar tu alma dormida,
porque un genio funesto, de la vida
te aguarda en el umbral;
y benigno jamás, siempre iracundo,
te encontrará, del agitado mundo
en el inmenso erial.

"Yo elevaré tu espíritu doliente;
disiparé las nubes que en tu frente
las penas formarán;
consagra sólo a mí tus horas largas,
y enjugaré tus lágrimas amargas
y calmaré tu afán.

"Seré de tu vivir guarda constante,
y mi pálido tinte a tu semblante
trasmitirá mi amor.
Y te daré una lira en tus pesares,
por que al eco fugaz de tus cantares
se exhale tu dolor.

"Y te daré mi lánguida armonía,
que los himnos que entona de alegría
la ardiente juventud
jamás ensayarás, pobre cantora,
porque siempre la musa inspiradora
seré de tu laúd."

Dijo, y de entonces, cual amiga estrella
alumbra siempre, misteriosa y bella,
mi noche de dolor;
y me arrulla sensible y amorosa,
como arrulla la madre cariñosa
al hijo de su amor.

Y haciendo que en sus alas me remonte
a otro mundo de luz sin horizonte,
de dicha voy en pos;
y entonces de mi lira se desprende
nota sin nombre que la brisa extiende,
y escucha sólo Dios.

Yo te bendigo, fiel Melancolía;
tú los seres que anima la alegría
no vas a adormecer;
porque eres el consuelo de las almas
que del martirio las fecundas palmas
lograron obtener.

Por ti en los aires resonó mi acento,
y para dar un generoso aliento
al pobre corazón,
alguna vez la Patria bendecida
benévola me escucha sonreída
y aplaude mi canción.

No pido más: bien pueden los dolores
destrozar sin piedad las bellas flores
de la ilusión que amé;
que jamás, bajo el peso que me oprime,
mientras un rayo de virtud me anime,
la frente inclinare.

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Amén de mariposas autor pedro mir
Primer Tiempo
Cuando supe que habían caído las tres hermanas Mirabal
me dije:
la sociedad establecida ha muerto.
(Lapislázuli a cuento de todo emblema ruidoso
mentís en A referido a un imperio en agonía
y cuanto ha sido conocido desde entonces
me dije
y cuanto ha sido comprendido desde entonces
me dije
es que la sociedad establecida ha muerto)
Comprendí
que muchas unidades navales alrededor del mundo
inician su naufragio
en medio de la espuma
pensadora
y que grandes ejércitos reconocidos en el planeta
comienzan a derramarse
en el regazo de la duda
pesarosa
Es que
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas.
Cuando supe que tres de los espejos de la sociedad
tres respetos del abrazo y orgullo de los hombres
tres y entonces madres
    y comienzo del día
habían caído
asesinadas
¡oh asesinadas!
a pesar de sus telares en sonrisa
a pesar de sus abriles en riachuelo
a pesar de sus neblinas en reposo
(y todo el día lleno de grandes ojos abiertos)
roto el cráneo
despedazado el vientre
partida la plegaria
¡oh asesinadas!
comprendí que el asesinato como bestia incendiada
por la cola
no se detendría ya
ante ninguna puerta de concordia
ante ninguna persiana de ternura
ante ningún dintel ni balaustrada
ni ante paredes
ni ante rendijas
ni ante paroxismo
de los progenitores iniciales
porque a partir de entonces el plomo perdió su rumbo
y el sentido su rango
y solo quedaba en pie
la Humanidad
emplazada a durar sobre este punto
escandaloso
de la inmensidad
del Universo
Supe entonces que el asesinato ocupaba el lugar del
pensamiento
que en la luz de la casa
comenzaba a aclimatarse
el puerco cimarrón
y la araña peluda
que la lechuza se instalaba en la escuela
que en los parques infantiles
se aposentaba el hurón
y el tiburón en las fuentes
y engranaje y puñal
y muñón y muletas
en los copos y de la cunas
o que empezaba entonces la época rotunda
del bien y del mal
desnudos
frente a frente
conminados a una sola
implacable definitiva
decidida victoria
       muerte a muerte
¡Oh asesinadas!
        No era una vez
porque no puedo contar la historia de los hombres
que cayeron en Maimón
y Estero Hondo
a unos pocos disparos de Constanza
en el mismo corazón del año 1959
puesto que todo el mundo sabe que somos el silencio
aun en horas de infortunio.
No era una vez porque no puedo contar la historia
de este viejo país del que brotó la América Latina
puesto que todo el mundo sabe que brotó de sus vértebras
en una noche metálica denominada
      silencio
de una vértebra llamada Esclavitud
de otra vértebra llamada Encomienda
de otra vértebra llamada Ingenio
y que de una gran vértebra dorsal le descendió completa
   la Doctrina de Monroe.
No contaré esta historia porque era una vez no la primera
que los hombres caían como caen los hombres con un
gesto de fecundidad
para dotar de purísima sangre los músculos de la tierra.
La espada tiene una espiga
la espiga tiene una espera
la espera tiene una sangre
que invade la verdadera
que invade el cañaveral
litoral y cordillera
y a todos se nos parece
de perfil en la bandera
la espiga tiene una espada
la espada una calavera.

Pero un día se supo que tres veces el crepúsculo
tres veces el equilibrio de la maternidad
tres la continuación de nuestros territorio
sobre la superficie de los niños adyacentes
reconocidas las tres en la movida fiebre
de los regazos y los biberones
protegidas las tres por la andadura
de su maternidad navegadora
navegable
por el espejo de su matrimonio
por la certeza de su vecindario
por la armonía de su crecimiento
y su triple escuela de amparo
habían caído en un mismo silencio asesinadas
y eran las tres hermanas Mirabal
¡oh asesinadas!
entonces se supo que ya no quedaba más
que dentro de los cañones había pavor
que la pólvora tenía miedo
que el estampido sudaba espanto
y el plomo lividez
y que entrábamos de lleno en la agonía de una edad
que esto era el desenlace de la Era Cristiana.

¡Oh dormidas!
¡oh delicadas!
qué injuria de meditar.
El mes de noviembre descendía sobre los hombros
como los árboles aún debajo de la noche y aún
dando
sombra.
¡Oh eternas!
El péndulo palpitaba las horas del municipio
y el pequeño reloj destilaba en silencio gota a gota
veinticinco visiones de una día llamado noviembre.
Pero aún no era el fin
¡oh dormidas!
aún no era el fin
no era el fin

Segundo Tiempo
Cuando supe que una pequeña inflamación del suelo
en el Cementerio de Arlington
se cubría de flores y manojos de lágrimas
con insistencia de pabellones y caballos nocturnos
alrededor de un toque de afligida trompeta
cuando todo periódico se abría en esas paginas
cuando se hicieron rojas todas las rosas amarillas
en Dallas
en Texas
me dije
   como era presidencial
el nuevo mes de noviembre
ya millones de seres tocaron lo imposible
ya millones de seres ya millones de estatuas ya
     millones
          de muros de columnas y de máquinas
comprendieron de súbito
    que el asesinato
no ha sido
ni un fragmento de minuto
calculado solamente para las cabezas semicoloniales
y sustantivas
de las tres hermanas Mirabal
sino
que este inédito estilo de la muerte
producto de las manos de los hombres
de manos de hermanos
(para todo el siglo)
muerte sana y artesana
(para todo el mundo)
provista de catálogo
(para todo el tiempo)
de numero de serie o serial number
y venida de fuera o made in usa
fría inalterable desdeñosa desde arriba desde
entonces
esta muerte
esta muerte
esta muerte
asume contenido universal
forzosamente adscrita a la condición
del ser humano
en cuyo espectro solar figuran todas las formulas
personales
y todas las instancias puras
del individuo
tal
      como va por la calle
como habitante de la ciudad con todo su derecho
como
continuador esencial del índice de población o séase
representante manufacturero indiferente agente de
seguros repartidor de leche asalariado guarda
campestre administrador o sabio poeta o portador
de una botella de entusiasmo etílico donde están
convocadas todas las palabras
ciclamen platabanda metempsicosis
canícula claudia clavicémbalo
cartulario venático vejiga
trepa caterva mequetrefe
primicia verdulero postulante
palabras todas sustitutivas
palabras pronunciables
en lugar de presuntas actitudes
y todas las maldiciones y protestas
y las posiciones geométricas igual
que la rotura del sentido igual
que la rotura de una biela igual
que el desgarrón de la barriga igual
mente todo desquiciado y ron
pido todo maligno y amargo
todo reducido a sombra
y nadidad y oscuridad
  y estadidad
palabras mentirosas llenas
de contenido impronunciable
y desechos de organismo
de cualquier muchacha igual
que de cualquier cochero igual
que el choque de la portezuela
del catafalco igual
fue esta universal investidura de la que no esta exento
nadie nadie
ni yo
ni tu
ni nosotros ni ellos ni nadie
podridamente nadie
nadie
desde el mismo momento que fueron golpeadas
ciertamente
profesionalmente
maquinalmente
tres de las hermanas Mirabal
hasta llegar
en punto
exactamente
al
fin fin fin
de la Era
Cristiana

(Oigamos
oigamos
esto retumba en el
más
absoluto silencio
muchas unidades navales en todos los océanos inician
su hundimiento después
de deglutir los archipiélagos
de miel envenenada
grandes ejércitos destacados en la entrada del mundo
comienzan a reintegrarse
a sus viejos orígenes
de sudor y clamor
en el seno de las masas
populares
en el más
en el más categórico y el más
absoluto
silencio)

Porque
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas
y calles enteras de urbes imperiales llenas de transeúntes
sostenidas desde la base por tirantes y cuerdas de armonía
de padre a hija de joven a jovenzuela de escultor a modelo
y artilleros atormentados por la duda bajo el cráneo
cuyas miradas vuelan millares de leguas sobre el horizonte
para alcanzar un rostro flotante más allá de los mares
y camioneros rubios de grandes ojos azules
obviamente veloces
que son los que dibujan o trazan las grandes carreteras
y transportan la grasa que engendra las bombas nucleares
y portaviones nuevos de planchas adineradas invencibles
insospechablemente unidos al rumbo del acero y del petróleo
y gigantes de miedo y fronteras de radas y divisiones aéreas
y artefactos electrónicos y máquinas infernales dirigidas
de la tierra hacia el mar y del cielo a la tierra y viceversa
que no pueden resistir
la muerte
de ciertas
mariposas
porque la vida entera se sostiene sobre un eje de sangre
y hay pirámides muertas sobre el suelo que humillaron
porque el asesinato tiene que respetar si quiere ser respetado
y los grandes imperios deben medir sus pasos respetuosos
porque lo necesariamente débil es lo necesariamente fuerte
cuando la sociedad establecida muere por los cuatros costados
cuando hay una hora en los relojes antiguos y los modernos
que anuncia que los mas grandes imperios del planeta
no pueden resistir la muerte muerte
de ciertas ciertas
debilidades amén
de mariposas