Comúnmente se considera el año 1888 – fecha de publicación de Azul… del poeta nicaragüense Rubén Darío – como el año en que la literatura hispanoamericana alcanzó su mayoría de edad. Fue tal el impacto que produjo la obra del nicaragüense, que en su época sólo hubo dos tipos de poetas: los rubenidas (sus émulos o seguidores) y sus detractores. Entre los que flanquearon a Darío se destacaron principalmente el boliviano Ricardo Jaimes Freyre, el colombiano Guillermo Valencia, el peruano José Santos Chocano, el argentino Leopoldo Lugones, el mexicano Amado Nervo. Es también en este grupo en el que cabe propiamente incluir al uruguayo Julio Herrera y Reissig, a pesar de su gran labor como precursor del modernismo en su país, por tratarse de uno de los poetas más importantes del modernismo.
Los poetas modernistas buscaban moldes adecuados y novedosos para manifestar su nueva sensibilidad. Así, ampliaron el valor expresivo de las palabras por medio de sinestesias que apelaban a diferentes sensaciones (furias escarlatas); sugirieron estados de ánimo a través del color (la negra angustia del pecado); enriquecieron el lenguaje mediante neologismo (alucinante), cultismo (flamante amor), galicismos (macabro); poblaron el lenguaje de seres mitológicos (centauros) y una exuberante vegetación (heliotropos); crearon sensaciones auditivas (claros clarines), dinamizando así el lenguaje poético.
Fuente:
MANUEL GARCÍA- CARTAGENA (Dominicano). Lengua y Literatura, 2do de Bachillerato, 2do Grado/ 1er Ciclo. Educación Media, Serie Ambar, Santillana. Pág. 162.
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